Los niños necesitan ser educados de forma integral. Hoy en día, en nuestras escuelas, dedicamos la mayor parte de nuestros esfuerzos a la educación de la mente. Otra pequeña parte se le dedica a la educación del cuerpo. ¿Y qué pasa con la educación del sentimiento? ¿Es acaso esta responsabilidad exclusiva de los padres? ¿No pasan los niños la mayor parte de su tiempo en el entorno escolar?
Pero, ¿qué es la educación del sentimiento? Todo niño debería ser capaz de ser generoso, de pensar en los demás, de sentir y de querer. Los padres tienen vidas complicadas con actividades que toman la mayor parte de su tiempo. Siendo esto así, ¿quién entonces educa esta parte de nuestros niños?
No hay duda de la necesidad de un cambio en los paradigmas que rigen nuestras escuelas. Los principios primordiales que debemos incluir para una nueva educación integral para nuestros niños incluyen el amor al esfuerzo y al trabajo, el desarrollo de la atención, la necesidad de confianza, la educación de la voluntad, la necesidad de amor, de exigencia y de libertad. ¿Cómo podríamos enseñar estos principios? ¿Qué características deberían tener el ambiente escolar y los docentes para desarrollo de estos procesos?
En la búsqueda de las respuestas a estas y muchas preguntas y con estos paradigmas como columna principal que sustentan el proceso educativo, podríamos dar un paso en la dirección de una verdadera educación integral.
